Por Fernando Padilla Farfán
Uno de los despachos de abogados más prestigiados del mundo es el Sidley Austin de Chicago (EUA), que contrata solo a abogados que logran aprobar exámenes que, a juicio de los que reprueban, solo los genios tienen la fortuna de aprobarlos.
Maestrías y doctorados en las mejores universidades de los Estados Unidos de Norte América, son requisito indispensable. El éxito en la resolución de los casos que ahí se litigan, es total.
Las barras de abogados norteamericanas saben del alto grado de dificultad de quienes pretenden formar parte del equipo de trabajo del despacho: son en extremo estricto en la selección –dicen-. Naturalmente que la pretensión de los aspirantes no es nada más la chamba. El propósito es participar de la fama y prestigio de la empresa.
Ahí laboraron los abogados Michelle La Vaughn Robinson (Michelle Obama), y Barack Obama. Ahí se conocieron, ahí se enamoraron, y en ese tiempo se casaron.
Si de suyo es difícil ingresar al Sidley Austin, es más difícil inscribirse en la Barra de Abogados de Nueva York. Uno de los casos más comentados fue el de Hillary Diane Rodham Clinton (Hillary Clinton), ex primera dama, destacada política y secretaria de Estado.
A pesar de su buena fama como abogada y como integrante de la corriente de mujeres que destacan a nivel mundial; intentó ―sin éxito―, ingresar a la Barra en tres ocasiones. Sus influencias y elevada posición política no fueron suficientes para cumplir su propósito -o más bien su sueño-.
Mejor suerte corrió Ted Kennedy, político, buen abogado y hermano del expresidente de los Estados Unidos de Norte América, John F. Kennedy, asesinado en Dallas Texas, el 22 de noviembre de 1963. Obtuvo su ingreso en el primer intento. Las acreditaciones que le otorgó esa institución, le proporcionaron el prestigio que necesitaba para perfeccionarse como autoridad en el litigio.
Estas historias las detallo para destacar que un joven talentoso radicado en la Ciudad de México, logró ingresar ―en el primer intento― a la mencionada barra de abogados y al Sidley Austin, como asociado extranjero en el grupo de trabajo para asuntos en Latinoamérica, con especialidad en fusiones y adquisiciones, derecho financiero, mercados de capital, derecho inmobiliario y asuntos corporativos en general.
Fue tal la trascendencia del inaudito caso del joven abogado, que la firma Greenberg Traurig, S.C., uno de los mejores despachos en todo el mundo con más de 1,800 abogados y más de 33 oficinas ubicadas a lo largo de Estados Unidos, Europa y Asia, le extendió una distinguida invitación.
La cortesía rindió excelentes resultados. Desde hace varios meses el despacho ya funciona en la capital del país desde donde ofrece sus servicios a México y a toda Latino América. Lo dirige uno de los abogados más destacados en México en materia corporativa, Luis Rubio Barnetche, como socio director de las oficinas en México. Obviamente, uno de los integrantes de ese corporativo es el abogado Hugo López Coll.
Lo interesante del asunto es que los abogados del mencionado despacho cuentan con licencia para litigar en otras jurisdicciones del extranjero.
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