Por: Ing. Fernando Padilla Farfán
Si bien es cierto que la historia no marca de forma precisa el origen de la corrupción, las opiniones de los historiadores coinciden en que los antecedentes datan desde la colonización española, cuando los pobladores de las tierras americanas ofrecían oro y riqueza a los españoles a cambio de protección o de inmunidad. En ese entonces los aborígenes no sabían el nombre del acto. Fue hasta mucho tiempo después que se le definió en los conceptos que ahora los conocemos.
Cuando se crean los partidos políticos la corrupción no tardó mucho tiempo en penetrarlos como instrumento corruptor, con el significativo daño a la democracia mexicana; razón por la cual, nuestra democracia no ha podido consolidarse, al contrario, cada vez se fragiliza más. Lo más lamentable es que la corrupción en los partidos y la política, no es privativo de nuestro país, sino que ya es un tema de gran parte de los países de América Latina.
Es en este contexto que la empresa brasileña conocida como Odebrecht, encuentra un atractivo nicho de corrupción.
Conocedora de que en las campañas electorales encontraría la oportunidad para participar en el financiamiento ilegal, a cambio de jugosos contratos una vez que llegaran al poder los candidatos, diseñaba estrategias de acercamiento con políticos importantes de cada país, disponiendo de significativas sumas de dinero para que a su vez, los equipos de campaña, tuvieran los recursos suficientes para comprar la voluntad de los electores.
La brasileña Odebrecht buscaba personas de alto predominio cuya cercanía con los candidatos fuese comprobable, y que además tuviese amplias posibilidades de colocarse como una persona de alta influencia en la administración pública entrante.
Cuando la empresa voltea sus ojos hacia México, al inicio de la campaña para presidente de la República de Enrique Peña Nieto, manda por delante a sus cabilderos quienes le informan a Marcelo Odebrecht, propietario de la constructora, que uno de los personajes del primer círculo del candidato Peña Nieto era Emilio Lozoya Austin, que en la campaña se desempeñaba como coordinador de Vinculación Internacional.
Información reciente da cuenta de transferencias bancarias que evidencian que, durante la campaña electoral, Lozoya Austin presuntamente recibió dinero de Odebrecht.
En 2013, poco tiempo después de que Peña Nieto tomara posesión como presidente de la República, Odebrecht ganó una licitación para obras en la refinería de Tula, Hidalgo. Para disfrazar un poco la parcialidad, la brasileña participó en alianza con una compañía local.
De acuerdo a investigaciones realizadas por la Auditoría Superior de la Federación, se detectó que Petróleos Mexicanos (PEMEX) en 2016 realizó supuestos pagos irregulares a la constructora Odebrecht por 950 millones de pesos, para realizar obras en la misma refinería Miguel Hidalgo. También quedó al descubierto que la empresa brasileña fue beneficiada por la mexicana PEMEX, con el pago de conceptos que tenían un sobrecosto de hasta 300%, destacando que todos sus contactos fueron por adjudicación directa.
Trascendió que Lozoya habría recibido como soborno de la empresa brasileña diez millones de dólares. La noticia vibró a lo largo y ancho del país obligándolo a defenderse a través de sus abogados. Lozoya gozaba de los mejores afectos del presidente Peña, por ello dirigió Petróleos Mexicanos de diciembre de 2012 a febrero de 2016.
Las primeras investigaciones contra la multinacional fueron realizadas por los Estados Unidos de Norteamérica, e iniciaron en Brasil donde se puso al descubierto que la constructora habría dado millones de dólares a Petrobras a cambio de contratos.
Para sorpresa de los latinoamericanos, las investigaciones se han extendido a una veintena de países del continente. Por ejemplo, en Perú, el Expresidente Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia, fueron puestos en prisión preventiva por sospechas que en su campaña de 2011 recibieron financiamiento de Odebrecht. El ex mandatario peruano Alejandro Toledo también está en investigación. El vicepresidente ecuatoriano Jorge Glas está en el ámbito de la sospecha.
El propietario de la referida empresa, Marcelo Odebrecht, desde su reclusión sigue aportando nombres de funcionarios que aceptaron sobornos para obtener beneficios de amañados contratos, por lo que las sorpresas estarán en el pizarrón de los pendientes.
Marcelo Odebrecht encontró en México un gran nicho de corrupción, facilitado principalmente por el involucramiento de los partidos políticos en temas de corrupción, la existencia de la inocultable simulación democrática y el ejercicio autocrático del poder.
El financiamiento ilegal de las campañas electorales es una práctica común. No se han encontrado (o no se ha querido) los instrumentos legales para enfrentar de manera exitosa ese problema.
En el Continente Americano existe una relación directa entre la corrupción y los delitos electorales, que se traduce en el desvío de los recursos públicos para el financiamiento ilícito y la compra de la conciencia del votante.
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