Columnista Ing. Fernando Padilla Farfán
Las recientes elecciones que se dieron en algunos estados de la República Mexicana, confirman la opinión en el sentido que el modelo electoral está agotado, ya no es tan eficaz. La manera como se hace política, cómo se seleccionan a los candidatos, y la forma cómo se llevan a cabo los procesos electorales, ya no satisfacen las necesidades políticas de la gente.
Se habla que la segunda vuelta podría ser una opción que innovara los procedimientos para legitimar a los gobernantes. El problema es que no podría aplicarse para el proceso electoral del 2018 por que la ley electoral marca plazos y tiempos, y para esta ocasión ya no da tiempo. Aparte que no hay, aún, la madurez política en los contendientes como para aceptar la derrota sin llamados al desorden.
Es importante y necesario, si se desea mejores resultados en el poder legislativo, que ajusten los tiempos de trabajo de los legisladores, ya que dedican tres meses para ver asuntos en sus distritos, tiempo que permanecen fuera del Congreso. En realidad, le bastarían a cada legislador no más de quince días para agotar las agendas distritales.
Debido a los amplios espacios de aparente inactividad de los legisladores, por cuestiones políticas, se va creando cierto retraso en el desahogo de los asuntos urgentes.
La baja participación en las urnas por el desencanto popular hacia la política y los políticos, serán el principal elemento por el cual los gobernantes que se elijan, lleguen sin la fuerza de las mayorías. Así no son gobiernos fuertes, además, son un blanco apetitoso para sus oponentes. No es posible que un gobernante cuente con el 25 por ciento (o menos), de los votos; aunque en algunos casos llegue al 30. A esto hay que agregar el criticado juego consistente en el que pierde, en permanente campaña infamará el trabajo del que ganó. Por su parte, el gobernante que triunfó utilizará los recursos, obviamente públicos, para contrarrestar al rival de urnas.
Tampoco abona a la democracia que en el Congreso existan fraccione parlamentarias de tan solo cuatro o cinco diputados, provocando que se difuminen los propósitos legislativos.
Queda claro que de parte de los políticos no hay voluntad política para gobernar al país. Poco o nada hacia afuera, todo para sus intereses personales. Esa es la anti regla.
El pragmatismo político es una moda impuesta por partidos pequeños, por motivos de subsistencia. Las alianzas de dos partidos con ideologías diferentes, rompe con los principales objetivos de los organismos políticos. Hacen a un lado la ideología que detentan y difunden, y que terminan confundiendo a los simpatizantes y militantes. Esto es parte del desencanto popular hacia partidos políticos.
El asunto de las alianzas es algo histórico. En nuestro país si no hay alianzas no hay paz entre los grupos políticos de cualquier comunidad. Pero las alianzas, hay que advertirlo, nos impide vivir en la modernidad política y globalizada. Hasta en lo social el tema de las alianzas es una práctica común. Sin alianzas no se avanza. Esa es la práctica inercial.
Las redes sociales intentan convertirse en el contrapeso que se requiere para que los políticos tengan límites. En la medida que las redes sociales alcancen la madurez necesaria, como una buena alternativa de la expresión responsable de la gente, se podrán cuantificar los avances en nuestra joven democracia.
Por supuesto que también hay que modificar costumbres, hábitos y actitudes. La tarea no es fácil, pero es necesario realizar intentos antes de que las circunstancias nos alcancen y nos rebasen.
Por ello la necesidad de crear un nuevo modelo político electoral, con el cual pueda México hacer frente a los retos del mundo globalizado, pero sin perder su propia identidad, al contrario, fortaleciéndola.
Es tarea de los diputados y senadores buscar un nuevo modelo que cumpla con las expectativas ciudadanas. De igual manera, es responsabilidad de los partidos políticos tomar conciencia de las cosas y hacer lo que tienen que hacer para dinamizar la política mexicana.
Después de los resultados en las elecciones efectuadas en algunos Estados, que algunos consideraron como catastróficos para el PRI, se ha notado movilidad en las llamadas corrientes críticas, o democráticas, pero sin la presencia de nuevos ideólogos que le den el marco de calidad que necesitan las mencionadas corrientes políticas, para que no parezca que se trata de políticos que intentan por esta vía, retornar el poder. No sería lo correcto quitar a los que están para poner a los que estaban.
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