por Intra Conexión México | Ago 15, 2023 | Columnistas
Por: Ing. Fernando Padilla Farfán
Baruch de Spinoza fue un filósofo holandés considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto con el francés René Descartes. Spinoza desarrolló una teoría sobre un Dios geométrico a quien considera que es un ente pensante e infinito. Albert Einstein, en algunas ocasiones declaró estar de acuerdo con el Dios de Spinoza.
Spinoza creía que el Dios de su teoría hubiera dicho: «Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti. ¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa! Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas.
Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti. Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer. Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito… ¡No me encontrarás en ningún libro! Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo? Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te crítico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor. Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice… yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias… de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad? ¿Qué clase de dios puede hacer eso? Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti. Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para ti. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía. Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas. Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro.
Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno. No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir. Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di. Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó?… ¿Te divertiste? ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Qué aprendiste?… Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti.
Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar. Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy? Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido?… ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.
Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas.
¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones? No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro… ahí estoy, latiendo en ti”.
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por Intra Conexión México | Ago 15, 2023 | Columnistas
Sólo hay una ambición más ridícula que la de llegar a ser importante: la ambición de adquirir importancia por codearse con los ricos o los famosos. Cuando un buscador de fama y prestigio fracasa en su empeño por falta de méritos, recurre a cualquier subterfugio para negarlo ante los demás. Las biografías de celebridades fomentan esta prevaricación, pues dedican más espacio a las amistades del personaje célebre que a la obra por la cual obtuvo renombre. Detrás del interés por reconstruir ese tejido de relaciones subyace la idea de que basta una buena campaña de relaciones públicas para imponerse en cualquier terreno profesional. Por culpa de esa patraña, el mercado de las vanidades está repleto de productos chatarra. Cuanto más insiste una persona en mencionar a la gente famosa que ha conocido, más seguros podemos estar de que no se considera su igual, ni pertenece de verdad a ese núcleo privilegiado. Pero hay tal abundancia de simpáticos profesionales, tanta gente ávida de tomar atajos para alcanzar una ilusoria grandeza, que la única defensa contra ella es negarse a instrumentalizar la amistad, repudiar la intromisión de la politiquería en ámbitos que deberían estar fuera de su alcance.
Vale la pena estudiar las tácticas que algunas celebridades utilizan para exhibir o incomodar a los trepadores empedernidos. Una de ellas es restar valor a las jerarquías, reducir al mínimo el trofeo codiciado por los advenedizos. Proust advirtió ese comportamiento en algunas aristócratas francesas: “Ser gran señora es jugar a la sencillez. Se trata de un juego extremadamente caro, pues la sencillez sólo encanta a condición de que los demás sepan que podríais no ser sencillos, es decir, que sois riquísimos”. Desde luego, la eficacia de la sencillez como método para pintar una raya entre la gente ávida de honores y la que nunca necesitó buscarlos exige por parte de la gran señora un talento histriónico impecable, o de lo contrario daría una impresión de falsa modestia. Pero quienes desempeñan con acierto ese papel tal vez logren hacerle notar al advenedizo que su empeño por ascender en el escalafón jerárquico, un signo inequívoco de plebeyez, lo descalifica automáticamente para entrar al Olimpo.
Esa elegante manera de establecer quién es quién no denota jactancia alguna por parte de la celebridad, y quizá por eso tiene muchos adeptos, pero también hay una manera soberbia de ponerse al margen o mirar desde arriba la encarnizada lucha por el reconocimiento: la que María Félix empleaba para distinguirse de cualquier actriz luchona que asciende poco a poco al estrellato, a fuerza de tocar puertas y hacer relaciones públicas. Cuando hablaba de su trato con otras grandes figuras de la pantalla, la Doña nunca decía: “Conocí a Jorge Negrete en 1942”. Ella declaraba sin rubor: “Jorge Negrete me conoció en 1942”, aunque en ese año ella apenas debutaba en el cine, y el charro cantor ya era un gran ídolo popular. Así dejaba en claro tres cosas: que no le debía su celebridad a nadie, que su aureola de diva tenía efectos retroactivos y que, en todo caso, los demás debían mencionarla a ella como punto de referencia para darse taco. Nunca se ufanó de haber conocido a ninguna luminaria, pues ella era la suprema dispensadora de relumbrones.
La soberbia de la Félix quizá le parezca monstruosa a las buenas conciencias, pero tiene una virtud: defender la posibilidad de un éxito antisocial, obtenido a contrapelo del tacto diplomático. Nada satisface más a un vanidoso legítimo, enemigo del autoengaño, que ganarse el aplauso del público sin haber movido influencias para obtenerlo. En un mundo tan lleno de arribistas, de falsos aduladores que utilizan a los demás como trampolines, los ogros individualistas que triunfaron sin cortejar a nadie descuellan por su admirable autenticidad. Y aunque mucha gente los odia, su éxito revela que los alpinistas frustrados siguen quizá una táctica errónea para ingresar a las élites del intelecto, el poder o el dinero.
Profundo conocedor de la alta sociedad, Proust creía que el éxito en el gran mundo dependía justamente de no buscarlo: “Si un hombre se lamentara de no recibir en sociedad bastantes atenciones, yo no le aconsejaría que hiciera más visitas o que tuviera mejores coches y caballos: le aconsejaría no asistir a ninguna invitación, vivir encerrado en su cuarto, no dejar entrar a nadie, pues entonces harían cola en su puerta”. Dárselas de autosuficiente sería, pues, el camino más arduo pero el más seguro para que los miembros de una élite sientan curiosidad por conocer a quien los desprecia. Pero entonces, ¿ante quién disfrutaría su gloria el ermitaño encumbrado? La satisfacción de un misántropo que triunfa en sociedad por haberle dado la espalda no borra su dependencia de los demás: más bien la transforma en sociopatía.
por Intra Conexión México | Ago 15, 2023 | Columnistas
Por: Enrique Serna
La huelga de guionistas que ha paralizado la industria del espectáculo en Estados Unidos no sólo busca reivindicaciones salariales: otra importante manzana de la discordia entre los escritores y los magnates del espectáculo es el empleo de la inteligencia artificial para pergeñar libretos de películas y teleseries. A finales de marzo, cuando la huelga apenas se barruntaba, la asociación de guionistas aceptó utilizar esa herramienta, siempre y cuando los escritores de carne y hueso conserven el crédito de la historia original y las regalías que produzca. “El ejecutivo de un estudio podrá pedir al escritor que pula o reescriba un libreto generado por inteligencia artificial, pero el guionista será considerado el autor único del proyecto”, proponía la Writers Guild of America (Variety, 21 de marzo de 2023). En otras palabras, el programa de computadora confeccionará la trama y los diálogos, pero los guionistas se llevarán todo el crédito por un libreto al que solo dieron unos cuantos retoques. Al parecer las empresas no aceptaron esta exigencia, pues la huelga pronto cumplirá un mes y los pesimistas calculan que podría durar hasta diciembre.
El desplazamiento de la imaginación humana por la artificial empobrecería más aún la calidad artesanal de los libretos, pero ese tema no se ha puesto en la mesa de negociaciones, una omisión explicable, pues ninguna de las dos partes parece interesada en respetar la inteligencia del espectador. Cualquier guionista con un mínimo de vergüenza profesional rechazaría corregir un guion escrito por una máquina, y eso harán sin duda los libretistas yanquis con más renombre. Pero el sindicato defiende a los soldados rasos de su gremio, a los sufridos galeotes de la profesión que nunca tuvieron la oportunidad de mostrar su talento, si acaso lo poseían, y se ganan la vida escribiendo a destajo series policiacas anodinas o programas cómicos de pastelazo. Nadie los respeta, pero proveen de entretenimiento a la mayor parte del género humano.
Sus equivalentes mexicanos serían lo escribidores que remiendan aprisa una telenovela exitosa de hace quince o veinte años, para adaptarla al presente. Su destreza con la aguja y el hilo les ha valido el mote de “costureras”. No me sorprendería que en poco tiempo la inteligencia artificial también los deje sin chamba, pues el programa ChatGPT puede refritear melodramas igual o mejor que ellos. Sólo es incapaz de imaginar historias originales. Pero como la originalidad provoca urticaria a los mercaderes de la farándula, a partir de ahora la industria del espectáculo emprenderá un acelerado proceso de robotización. Y el público tal vez llegará a molestarse cuando el programa de computadora se atreva a introducir una variación inesperada en la bazofia de siempre.
Buena parte del revuelo desatado por la inteligencia artificial se debe quizás a un malentendido semántico. Sólo podemos considerar inteligente al programa ChatGPT si reducimos la inteligencia a la capacidad de combinar ideas recibidas, o en este caso, situaciones dramáticas manoseadas. No puede haber inteligencia sin imaginación y la esencia de ambas es la facultad intuitiva. La verdadera fuerza generadora en el arte, en la ciencia o en la filosofía es percibir algo que siempre estuvo ahí, pero nadie había visto. Schopenhauer, un crítico acerbo de los edificios conceptuales, concedía en cambio un altísimo valor a la intuición: “Este don es para el intelecto como la tierra firme que pisa: por eso lo que ha surgido puramente de ella, como la obra de arte auténtica, no puede nunca ser falso ni quedar refutado por ninguna época”. La intuición no aflora por medio de razonamientos, sino de iluminaciones a las que pocos seres humanos tienen acceso, ya no digamos un programa de computadora. En rigor, sólo vale la pena leer obras literarias o ver películas nacidas de sus vislumbres: todo lo demás es hojarasca.
Si el entretenimiento del futuro queda en manos de circuitos cibernéticos, el público masivo caerá en un letargo atroz, pero muchos universitarios ufanos de sus diplomas tampoco saldrán bien librados de esta involución, pues las tesis de licenciatura y posgrado, al menos en el campo de las humanidades, se limitan muchas veces a barajar ideas y conceptos de otros autores que el estudioso combina sin haber partido de un chispazo intuitivo. Abastecido con suficiente información, el programa ChatGPT puede hacer glosas eruditas sobre cualquier tema, ahorrándole desvelos al pasante, que a partir de ahora ya no necesitará hilvanar conocimientos prestados: una costurera informática lo hará por él. O cambian los criterios para evaluar la excelencia académica o la meritocracia universitaria tendrá que ceder sus togas y birretes a las máquinas de pensar.
por Intra Conexión México | Ago 14, 2023 | Columnistas
Por: Ing. Fernando Padilla Farfán
Cuando de aborto se habla, todo el mundo opina. Claro, la mayoría son voces poco documentadas que solo pretenden polarizar uno de los temas más sentidos y controversiales del momento. Y nunca faltan los oportunistas (o las oportunistas) que para su provecho no desperdician la oportunidad para ganar espacios en los medios de comunicación.
En cualquier lugar de México que se ha tocado este tema, las pasiones se despiertan al extremo de llegar a actitudes violentas e intimidantes, tal como ocurrió en la capital del País hace algunos años. En aquella ocasión, varios diputados a la Asamblea del Distrito Federal, que apoyaban la iniciativa para la despenalización del aborto, fueron amenazados de muerte. Grupos opositores a la despenalización les hicieron llegar mensajes intimidantes a fin que desistieran de sus pretensiones, con la promesa de asesinarlos si no lo hacían.
Los opositores, algunos sectores de la población de ideas ultra conservadoras, comparten criterios con el sector radical de la iglesia en cuanto a calificar a la mujer que aborta como si fuera peligrosa criminal. Pero no para ahí el asunto, la parte clerical dice que aquellos que participen en la consumación exitosa del aborto serán merecedores de excomunión. Se ve claramente que para los que están de ese lado, no hay ni exclusiones ni excepciones, las cosas las llevan al extremo.
Pero una de las preguntas que inmediatamente surgen es: Si una turbamulta viola a una niña de 14 o 15 años, y después de esa brutalidad la mandan a la cárcel por abortar, ¿no resulta algo a todas luces injusto? La severidad de las penas por estar considerado el aborto como delito, y la escasa información y orientación adecuadas y oportunas, ha derivado en una situación en extremo preocupante. La trágica realidad nos demuestra que cada año en México, aproximadamente medio millón de niñas y mujeres recurren a abortos tanto legales como ilegales, de acuerdo a un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Desde hace miles de años, el aborto es una de las formas de cómo las mujeres enfrentan los embarazos no planeados. Violaciones, abandono de la pareja, malformaciones graves en el producto, pobreza extrema y miseria, o que el embarazo ponga en riesgo la salud de la mujer, son, entre otros, los motivos por los que las mujeres deciden abortar. Nadie da cuenta de mujeres que practiquen el aborto por gusto. La mujer que aborta, además de todo, también tiene que enfrentarse a su propia condición de madre -que no es cosa fácil- y luego tiene que afrontar –sola- el entorno familiar y social.
Pero en este mismo contexto hay otra realidad: el aborto no se denuncia porque la sociedad avala su práctica. Familiares, amigos y conocidos guardan un “silencio cómplice”. Son muchas las personas que juegan un papel fundamental en las redes solidarias que ayudan a las mujeres a interrumpir el embarazo. La práctica del aborto muestra una clara separación entre lo que dice la ley y lo que las personas consideran correcto frente a determinadas circunstancias de sus vidas.
Por otro lado, también está comprobado que la prohibición genera el “mercado negro”. Prohibir el aborto lo vuelve clandestino. La penalización del aborto aumenta los riesgos para la salud y la vida de las mujeres porque nadie controla las condiciones higiénicas del lugar donde se realizan, ni los conocimientos médicos de las personas que lo practican. Por supuesto que los legisladores saben que ninguna ley debe poner en riesgo la salud y la vida de las personas. Cuando la ley afecta la vida de las personas, como la que prohíbe el aborto, la ley se debe modificar.
Por la información que existe al respecto, se puede deducir que la prohibición no resuelve el problema, al contrario, lo agrava. La clandestinidad conlleva la ausencia de control sanitario que no sólo provoca la muerte de mujeres por abortos mal practicados, también genera que sufran hemorragias, infecciones, perforación del útero, infertilidad secundaria o definitiva y dolor pélvico crónico. Estos son tan solo algunos de los padecimientos de las mujeres que se practican el aborto en la oscura clandestinidad. Aunque el dato no es preciso por la falta de controles en nuestro País, se cree que en la actualidad el 10% de las muertes maternas se deban a complicaciones por aborto.
Por si fuera poco, todo lo que envuelve a la problemática del aborto, hay otra situación que eleva la gravedad del asunto: ni el gobierno, ni la Iglesia católica, ni quienes se oponen a la despenalización del aborto, se responsabilizan de la educación y manutención de los hijos que se obliga a tener a las mujeres que deciden abortar y no se les permite hacerlo. Se castiga a quien aborta, pero nadie se hace responsable de los hijos no planeados.
Obligar a las mujeres a tener hijos no deseados no beneficia a nadie: ni a los hijos, ni a las mujeres, ni a las familias, ni a la sociedad en su conjunto.
#fernandopadillafarfán #Ing.FerPadilla #FernandoPadilla #IngFernandoPadilla #FernandoPadillaFarfán #Fer #Padilla #Farfán #Fernando #ingeniero #IngPadilla #IngFarfán #Ing #FERNANDO #PADILLA #FARFAN
por Intra Conexión México | Ago 14, 2023 | Columnistas
Por: Ing. Fernando Padilla Farfán
Cuando de aborto se habla, todo el mundo opina. Claro, la mayoría son voces poco documentadas que solo pretenden polarizar uno de los temas más sentidos y controversiales del momento. Y nunca faltan los oportunistas (o las oportunistas) que para su provecho no desperdician la oportunidad para ganar espacios en los medios de comunicación.
En cualquier lugar de México que se ha tocado este tema, las pasiones se despiertan al extremo de llegar a actitudes violentas e intimidantes, tal como ocurrió en la capital del País hace algunos años. En aquella ocasión, varios diputados a la Asamblea del Distrito Federal, que apoyaban la iniciativa para la despenalización del aborto, fueron amenazados de muerte. Grupos opositores a la despenalización les hicieron llegar mensajes intimidantes a fin que desistieran de sus pretensiones, con la promesa de asesinarlos si no lo hacían.
Los opositores, algunos sectores de la población de ideas ultra conservadoras, comparten criterios con el sector radical de la iglesia en cuanto a calificar a la mujer que aborta como si fuera peligrosa criminal. Pero no para ahí el asunto, la parte clerical dice que aquellos que participen en la consumación exitosa del aborto serán merecedores de excomunión. Se ve claramente que para los que están de ese lado, no hay ni exclusiones ni excepciones, las cosas las llevan al extremo.
Pero una de las preguntas que inmediatamente surgen es: Si una turbamulta viola a una niña de 14 o 15 años, y después de esa brutalidad la mandan a la cárcel por abortar, ¿no resulta algo a todas luces injusto? La severidad de las penas por estar considerado el aborto como delito, y la escasa información y orientación adecuadas y oportunas, ha derivado en una situación en extremo preocupante. La trágica realidad nos demuestra que cada año en México, aproximadamente medio millón de niñas y mujeres recurren a abortos tanto legales como ilegales, de acuerdo a un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Desde hace miles de años, el aborto es una de las formas de cómo las mujeres enfrentan los embarazos no planeados. Violaciones, abandono de la pareja, malformaciones graves en el producto, pobreza extrema y miseria, o que el embarazo ponga en riesgo la salud de la mujer, son, entre otros, los motivos por los que las mujeres deciden abortar. Nadie da cuenta de mujeres que practiquen el aborto por gusto. La mujer que aborta, además de todo, también tiene que enfrentarse a su propia condición de madre -que no es cosa fácil- y luego tiene que afrontar –sola- el entorno familiar y social.
Pero en este mismo contexto hay otra realidad: el aborto no se denuncia porque la sociedad avala su práctica. Familiares, amigos y conocidos guardan un “silencio cómplice”. Son muchas las personas que juegan un papel fundamental en las redes solidarias que ayudan a las mujeres a interrumpir el embarazo. La práctica del aborto muestra una clara separación entre lo que dice la ley y lo que las personas consideran correcto frente a determinadas circunstancias de sus vidas.
Por otro lado, también está comprobado que la prohibición genera el “mercado negro”. Prohibir el aborto lo vuelve clandestino. La penalización del aborto aumenta los riesgos para la salud y la vida de las mujeres porque nadie controla las condiciones higiénicas del lugar donde se realizan, ni los conocimientos médicos de las personas que lo practican. Por supuesto que los legisladores saben que ninguna ley debe poner en riesgo la salud y la vida de las personas. Cuando la ley afecta la vida de las personas, como la que prohíbe el aborto, la ley se debe modificar.
Por la información que existe al respecto, se puede deducir que la prohibición no resuelve el problema, al contrario, lo agrava. La clandestinidad conlleva la ausencia de control sanitario que no sólo provoca la muerte de mujeres por abortos mal practicados, también genera que sufran hemorragias, infecciones, perforación del útero, infertilidad secundaria o definitiva y dolor pélvico crónico. Estos son tan solo algunos de los padecimientos de las mujeres que se practican el aborto en la oscura clandestinidad. Aunque el dato no es preciso por la falta de controles en nuestro País, se cree que en la actualidad el 10% de las muertes maternas se deban a complicaciones por aborto.
Por si fuera poco, todo lo que envuelve a la problemática del aborto, hay otra situación que eleva la gravedad del asunto: ni el gobierno, ni la Iglesia católica, ni quienes se oponen a la despenalización del aborto, se responsabilizan de la educación y manutención de los hijos que se obliga a tener a las mujeres que deciden abortar y no se les permite hacerlo. Se castiga a quien aborta, pero nadie se hace responsable de los hijos no planeados.
Obligar a las mujeres a tener hijos no deseados no beneficia a nadie: ni a los hijos, ni a las mujeres, ni a las familias, ni a la sociedad en su conjunto.
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por Intra Conexión México | Ago 12, 2023 | Columnistas
Por: Ing. Fernando Padilla Farfán
Cierto es que la juventud no está marcada únicamente por la edad. Joven es aquel que tiene sus sentimientos en flor, y que se conmueve ante las injusticias que ocurren en cualquier lugar del mundo. En estos tiempos de milagros científicos, de cerebros electrónicos y de sorprendentes avances en la inteligencia artificial, resulta paradójico que la comunicación entre los seres humanos, particularmente entre los adultos y los jóvenes, esté muy dañada. Los adultos no entienden qué pasa con los adolescentes, y éstos no entienden la conducta de los adultos. El joven critica que el adulto maneje un doble discurso: dice una cosa y hace otra.
Los jóvenes sienten que el mundo que les heredan los adultos se encuentra en medio de un panorama desolador y con pocas expectativas de grandeza. No entienden muchas cosas del mundo de los adultos. Sienten que los mayores se aferran a objetos de poco valor espiritual. Y que viven entretenidos en cosas palpables que nada aportan al mundo que tratan de conquistar.
Cuando estudian y analizan la historia razonan que no es buen ejemplo para su joven generación, porque mucho de ella narra hechos de combates, batallas y guerras. Y lamentan que en este sentido la historia se reproduzca a sí misma, porque ahora como en ese entonces, también hay luchas, batallas y conflictos.
El problema está llegando al extremo. Los adultos y los jóvenes no se comunican porque ya no se entienden; hablan lenguas diferentes. Al interior de las familias la comunicación es electrónica, y hacia afuera hablan con gente que ni siquiera conocen ni tampoco saben de sus intenciones. Pero esto es lo que provoca el vacío de comunicación que la mayoría de las familias padece.
Juan José Arreola, uno de los más reconocidos literatos mexicanos, en sus escritos afirma que “Un niño puede llegar a ser joven y viejo, y puede irse de este mundo sin saber lo que es un subjuntivo”. Reconoce que las Universidades se crearon para hacer un nuevo tipo de hombre, para creer en él. Y que el egresado de la universidad ostentara uno de los deberes más altos que existen: difundir en torno suyo no solamente los conocimientos que adquirió, sino los valores humanos que en él se han desarrollado, a partir de su propósito inicial de adopción a la comunidad del saber. Opina que si la comunicación es uno de los problemas más graves que afronta la actualidad del hombre, el universitario debe ser comunicativo por excelencia. “Porque en la hora que más abundan los medios de difusión el hombre está solo, paradójicamente incomunicado”.
Estos razonamientos llanamente nos están diciendo que de poco sirven los cinematógrafos, emisoras de radio y televisión, periódicos, revistas, y lo que se considera como el fenómeno de la comunicación: el Internet; si no hay diálogo auténtico entre hombres y mujeres y entre adultos y jóvenes; si no hay una educación de calidad.
Cotidianamente observamos cómo los valores de la comunicación se extinguen. La gente en las calles no se saluda, pasan junto y ni siquiera se ven a la cara. Pero esto para nada quiere decir que así nos sintamos bien. No. Tenemos la imperiosa necesidad de comunicarnos pero no lo hacemos, como si alguna fuerza extraña lo impidiera.
A este peculiar fenómeno se agrega otra deficiencia de la actualidad: la mayoría de la gente no sabe escribir, no sabe cómo expresar sus ideas o pensamientos de manera escrita porque no lo aprende en la escuela. Esto se complica porque la cibernética está creando un lenguaje gramatical de palabras cortadas.
Parece irreal, pero el panorama de la incomunicación nos está llevando a un mundo de soledad donde se está olvidando el amor y la fe. El problema es que sin una comunicación real y verdadera la familia reblandece sus lazos, las parejas se separan y los hijos se alejan.
A pesar del legado educativo de los grandes pensadores mexicanos la educación ha perdido mucha calidad.
Sin embargo, los analistas de la materia opinan que mientras no exista un cambio de actitudes en quienes se dicen profesores y guías de los alumnos, mientras existan las mismas prácticas, no se avanzará lo suficiente.
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