El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, puede tener algunos inconvenientes para consolidar su proyecto cumbre: la 4ª Transformación, si no cuenta con el apoyo decidido de todos y cada uno de sus colaboradores, así como de gobernadores y presidentes municipales de su partido, principalmente.
El respaldo social que acompaña a López Obrador, ha sido utilizado por algunos mandatarios estatales y municipales, como el vehículo en el cual deban treparse con el falso propósito que desde Palacio Nacional decidan el rumbo a seguir de las entidades que representan. Es decir, se están colgando de las valencianas del que manda en el país, en lugar de asumir su responsabilidad.
No es justificante que haya quienes no tengan oficio político. No contar con experiencia política no es ni pecado ni delito. El error que cometen es no rodearse de los mejores asesores, que los hay en cualquier rincón de México. Es prioritario que los jerarcas locales contraten manos profesionales, que garanticen el éxito de los programas de gobierno. El Presidente requiere de gobiernos locales fortalecidos y productivos, con la autonomía suficiente para la toma de decisiones, buscando siempre el beneficio de las mayorías.
Lo correcto no es imitar al morenista que porta la banda presidencial. Cada quien tiene que hacer su tarea de acuerdo a sus funciones y circunstancias.
Cada estado del país tiene características particulares. Sus problemáticas son diferentes a las de los otros. Cada gobernante debe manejarse con una agenda propia y buscar soluciones de acuerdo a la realidad de cada lugar. Lo que no puedan resolver, por que no tenga solución a nivel local, entonces es válido entrar a Palacio Nacional con la mano extendida. Además, en lugar de quejas, deben llevar bajo el brazo proyectos viables y soluciones reales.
Por ejemplo, no se sabe que en alguna entidad federativa existan planes adecuados para enfrentar la delincuencia. La Guardia Nacional no podrá dar los resultados esperados, si no se construyen las fortalezas de coordinación entre las policías locales y el naciente cuerpo de seguridad pública. Tampoco se conoce si los cuerpos policiacos están siendo depurados y capacitados, a fin de adecuarse a los protocolos y normas de la Guardia Nacional.
El trabajo para conseguir las inversiones que detonen el desarrollo económico esperado, es arduo. Una agenda estatal de trabajo que incluya a la iniciativa privada, da confianza a los capitales locales e internacionales.
Los legisladores federales emanados de MORENA tienen que refrescar su discurso político. Entender que la campaña quedó atrás. La tentación de utilizar la tribuna para el activismo, desdibuja la línea que divide a las campañas electorales de la responsabilidad que corresponde a un legislador en funciones; y, tarde o temprano, tendrá un costo político e histórico.
Destaca la actitud de una corriente de diputados federales morenistas, que han reconocido que abona a la estabilidad política nacional, evitar asumir el papel de comparsa del poder ejecutivo. La creación de los contrapesos al interior de las bancadas de MORENA, apoya al Presidente y fortalece a la democracia. El propio López Obrador lo aplaude.
En las legislaturas locales se observan divisiones e intereses encontrados entre los legisladores del partido del Presidente. Hay liderazgos difusos. Los puentes de comunicación y entendimiento con las fracciones minoritarias no han quedado debidamente construidos.
Algo tendrán que hacer para no caer del ánimo del Presidente y, por supuesto, de la gente.
Actualmente, viajar ya no es la prerrogativa de la ociosidad y la riqueza. Tampoco un derecho de las clases privilegiadas. Ahora, el concepto de los movimientos turísticos se ha democratizado de tal manera, que cualquier familia se puede desplazar a otros lugares con relativamente pocos recursos económicos.
Aunque el primer impulso de viajar en las épocas muy tempranas en la historia de la humanidad, era para practicar el intercambio de mercancías y el comercio entre los pueblos, en la actualidad, el deseo de conocer otros lugares responde al impulso de la gente de satisfacer la necesidad imperiosa de descorrer el velo de la ignorancia y, de paso, elevar su bienestar físico, moral o espiritual. No poco se ha hablado en el sentido de que los viajes también contribuyen al refinamiento de los deseos humanos y el aumento de la experiencia.
Al viajar, igual que en tiempos remotos, los turistas se inclinan más por visitar aquellos lugares que están comunicados por caminos mejor construidos y más seguros. Los lugares que desde ese entonces más visitan los viajeros por placer, son los plagados de interés histórico, las costas y los balnearios que se ubican en lugares con esa maravillosa combinación de clima y paisaje.
También se agregan a la lista de destinos los parques recreativos con atractivos paisajes de montaña, y aquellos donde se pueden apreciar esculturas y monumentos de viejas culturas.
Viajar es una actividad muy agradable que enriquece el pensamiento y perfecciona el discernimiento.
El éxito de cualquier lugar que recibe turistas es cuando antes de concluir su estancia, ya están pensando en regresar. Los factores que convidan al turismo para volver o recomendar ese lugar son: la limpieza en general, el orden en la vialidad y la seguridad pública. Sin embargo, hay un factor que interfiere determinantemente en la afluencia turística: Cuando los visitantes tienen que enfrentar a Agentes de Tránsito que en lugar de orientar a los turistas, hacen de ellos una fuente de ingresos ilícitos. Cuando esto ocurre, los turistas no tan solo no regresan al lugar, sino que lo difunden entre sus amistades.
Sin embargo, hay algo que en nuestro país se ha descuidado y que podría contribuir grandemente a la movilidad turística: Los Paradores Turísticos.
Los Paradores Turísticos, de uso común en carreteras de Europa como las de Alemania y Francia, se construyen en las carreteras menos pobladas para ofrecer al turismo una alternativa para adquirir productos alimenticios y otros que requiera el viajante, en una misma área. Estos Paradores son una suerte de conjuntos multimodales donde en un mismo espacio el turista encuentra gasolineras para vehículos ligeros o pesados, taller para reparaciones menores, cafetería, restaurante, sanitarios, tienda con venta de productos farmacéuticos y, por supuesto, lavado de vehículos y vulcanizado de llantas. A estos servicios se agregan otros no menos importantes como módulos de información turística y la comunicación con las policías. También pueden contar con servicio de grúas y de enfermería. Incluyen cajeros automáticos. Algunos tienen el servicio de hotel.
Está claramente demostrado que la instalación de estos paradores, con la debida proyección arquitectónica y adecuada planeación comercial; contribuyen de manera determinante a incrementar el movimiento turístico, particularmente por la seguridad que ofrece la presencia policíaca no tan solo durante el día, también en la noche. El turista puede programar de mejor manera sus viajes por la seguridad de encontrar lugares que sean una escala en el camino si se trata de viajes de largo itinerario. México tiene territorios extensos, serían una buena opción.
Por cierto, la operación de los paradores no representa ninguna competencia para los restaurantes actualmente establecidos ya que su ubicación, como ya se dijo, es en lugares despoblados. Al contrario, el tráfico turístico se verá incrementado por que aparte de que este sistema es una buena forma de combatir el demonio del tedio, tan peligroso para los viajes largos, contribuye a un clima de seguridad por la posibilidad de encontrar cada 50 o 60 minutos, un lugar con las mismas características.
Por cierto, en los manuales de la SCT se considera la construcción de Paradores, y los define como instalaciones y construcciones adyacentes al derecho de vía de una carretera federal; pero nadie hasta el momento se ha preocupado por promover el desarrollo de los mismos, al menos con las características descritas. Por ello, que importante y oportuno sería que por su potencialidad turística, cualquier Estado del País se viera beneficiado con la promoción por parte de los Gobiernos de los Estados, de este tipo de infraestructura turística, ya que aparte de lo que representa en términos del incremento turístico, también contribuiría de manera importante a la creación de empleos a favor de los habitantes de lugares cercanos, donde también se adquirirían los insumos que se necesitan para la operación diaria de los paradores.
EN LA OPINIÓN DEL INGENIERO FERNANDO PADILLA FARFÁN.
Era 1950 y el cine mexicano estaba en su esplendor. El cineasta español Luis Buñuel ya tenía
éxito, pero estaba enamorado de nuestro país. La película “Los olvidados” fue grabada en Nonoalco, en lo que entonces eran los límites norteños de la Ciudad de México. Y tenía un propósito: una visión desgarradora de los niños de la calle en las grandes urbes. Aquellos de los que nadie habla, los que callan: los olvidados.
El poeta Octavio Paz escribió: “Pero Los Olvidados es algo más que un filme realista. El sueño,
el deseo, el horror, el delirio el azar, la porción nocturna de la vida también tiene su parte. Y el
peso de la realidad que nos muestra es de tal modo atroz, que acaba por parecernos
imposible, insoportable. Y así es: la realidad es insoportable; y por eso, porque no la soporta, el
hombre mata y muere, ama y crea”.
Su nombre original era La Manzana Podrida y, en realidad, no tenía ningún nombre de peso. Se
tenía a Estela Inda, Miguel Inclán y Alfonso Mejía, además de un grupo de niños comandado
por Roberto Cobo, un chico que había salido como extra en varias cintas y un día que
audicionó para una película de Tin Tán se enteró que Buñuel estaba entrevistando para su
nuevo filme. Hizo la audición y se quedó con el rol de “El Jaibo”.
Sin embargo, desde su inicio, la cinta tenía problemas, dentro y fuera. El productor Oscar
Dancingers se opuso a que se incluyeran muchos detalles que resultaban amorales. Jorge
Negrete, líder del Sindicato de Actores, quería evitar su grabación e instó a técnicos y
camarógrafos a abandonarla; una de las peinadoras renunció por la escena en que la madre de
Pedrito, le niega la comida.
Pedro de Urdimalas, escritor de la cinta al lado de Buñuel, pidió que su nombre no apareciera
en los créditos y en la primera función privada que se hizo, Lupe Marí, esposa de Diego Rivera,
y Bertha, esposa de León Felipe, reclamaron al director que era un miserable y lo que
mostraba no era México. David Alfaro Siqueiros por su parte aplaudió el trabajo asegurando
que Luis era un genio nacido para el cine.
Los Olvidados era la primera producción sería de Luis Buñuel y quería hacerlo todo al máximo
de sus posibilidades. La filmó en 21 días entre el 6 de febrero y el 9 de marzo de 1950, pero
aunque la cinta es posiblemente una de las más galardonadas de su cine, él solo recibió dos mil
dólares por ella y no pudo participar en las ganancias de la misma.
Ante las críticas, Buñuel respondió durante una entrevista que estaba orgulloso de su filme “La
libertad total no existe, yo jamás he sido libre, yo soy libre cuando cierro mis ojos y estoy
conmigo mismo sin que sepa que ya estoy viejo. El sistema de inconformidad es esa tendencia
a romperse la cabeza por recuperar la propia libertad, lo que es imposible, es por tanto una
inconformidad permanente de la realidad exterior”.
En los albores de los 50, el presidente mexicano Miguel Alemán estaba planeando la
industrialización en el país, para dejar atrás la agricultura como primera fuente de recursos de
los nacionales, pero el cine estaba en su apogeo, por ello las reacciones ante la cinta eran
violentas.
Se tiene registro de que algunos cines fueron destruidos por los asistentes al estreno en
noviembre de ese 1950, los fanáticos salían furiosos. La llamada “Liga de la Decencia” intentó
expulsar a Buñuel del país y aunque no lo lograron, el director dejó el territorio.
A pesar de los múltiples problemas, Luis Buñuel estrenó su cinta en Europa y la crítica
mexicana tuvo que aceptar la gran equivocación cuando el gran jurado del Festival de Cannes
le dio el premio como Mejor director, en 1951.
La película tiene una trama dura, y a diferencia, por ejemplo, de Nosotros los pobres, no busca
causar lástima sino presentar una realidad diferente a la que se creía que existía en el país.
La historia ―comenta Fernando Padilla Farfán― nos lleva por los barrios más pobres de la Ciudad de México, donde los niños de la
calle son una lamentable realidad. Jaibo (Roberto Cobo) es un
adolescente que escapa de una correccional para reunirse con Pedro (Alfonso Mejía). En
presencia de él, Jaibo mata a Julián, el muchacho que supuestamente le delató. También
intenta robar a un ciego (Miguel Inclán) al que finalmente maltrata. Acompañados de Ojitos y
Meche (Alma Delia Fuentes), el destino del Jaibo y Pedro están marcados por la muerte.
Uno de los despachos de abogados más prestigiados del mundo es el Sidley Austin de Chicago (EUA), que contrata solo a abogados que logran aprobar exámenes que a juicio de los que reprueban, solo los genios tienen la fortuna de aprobarlos. Maestrías y doctorados en las mejores universidades de los Estados Unidos de Norte América, son requisito indispensable. El éxito en la resolución de los casos que ahí se litigan, es total. Las barras de abogados norteamericanas saben del alto grado de dificultad para quienes pretenden formar parte del equipo de trabajo del despacho. Son en extremo estrictos en la selección ―dicen―. Naturalmente que la pretensión de los aspirantes no es nada más la chamba. El propósito es participar de la fama y prestigio de la empresa. Ahí laboraron los abogados Michelle La Vaughn Robinson (Michelle Obama), y Barack Obama. Ahí se conocieron, ahí se enamoraron y en ese tiempo se casaron. Si de suyo es difícil ingresar al Sidley Austin, es más difícil inscribirse en la Barra de Abogados de Nueva York. Uno de los casos más comentados fue el de Hillary Diane Rodham Clinton (Hillary Clinton), ex primera dama, destacada política y Secretaria de Estado. A pesar de su buena fama como abogada y como integrante de la corriente de mujeres que destacan a nivel mundial; intentó –sin éxito-, ingresar a la Barra en tres ocasiones. Sus influencias y elevada posición política no fueron suficientes para cumplir su propósito -o más bien su sueño-. Mejor suerte corrió Ted Kennedy, político, buen abogado y hermano del ex presidente de los Estados Unidos de Norte América, John F. Kennedy, asesinado en Dallas Texas, el 22 de noviembre de 1963. Obtuvo su ingreso en el primer intento. Las acreditaciones que le otorgó esa institución, le proporcionaron el prestigio que necesitaba para perfeccionarse como autoridad en el litigio. Estas historias las detallo para destacar que un joven talentoso radicado en la Ciudad de México, logró ingresar ―en el primer intento― a la mencionada barra de abogados y al Sidley Austin, como asociado extranjero en el grupo de trabajo para asuntos en Latinoamérica, con especialidad en fusiones y adquisiciones, derecho financiero, mercados de capital, derecho inmobiliario y asuntos corporativos en general. Fue tal la trascendencia del inaudito caso del joven abogado, que la firma Greenberg Traurig, S.C., uno de los mejores despachos en el mundo, con más de 1,800 abogados y más de 33 oficinas ubicadas a lo largo de Estados Unidos, Europa y Asia, le extendió una distinguida invitación. La cortesia aportó excelentes resultados. Desde meses atrás, el despacho ya funciona en la capital del país desde donde ofrece sus servicios a México y a toda Latino América. Lo dirije uno de los abogados más destacados en México en matéria corporativa, Luis Rubio Barnetche, como socio director de las oficinas en México. Obviamente, uno de los integrantes de ese corporativo es el abogado Hugo López Coll. Lo interesante del asunto es que, los abogados del mencionado despacho, cuentan con licencia para litigar en otras jurisdiciones del extranjero.
Boato era la palabra más adecuada para definir los informes anuales de los presidentes de la República. Derroche en el festín y excesos en el culto a la personalidad. El evento, que no debía tener mayores complicaciones más allá de su simple entrega formal para su análisis y glosa, paralizaba a la Ciudad de México en toda la amplitud de la palabra. Parte de la burocracia suspendía actividades, se impedía la circulación en las calles para que circulara libremente el mandatario del Congreso de la Unión hasta Palacio Nacional, para saludar de mano, a una larga fila de funcionarios públicos, políticos y personajes de diferentes sectores sociales. No faltaban los embajadores y diplomáticos de diferentes países del orbe.
La tarea de atiborrar de gente las calles por las que el presidente pasaba, correspondía a los líderes de sindicatos afines al gobierno y a los de vendedores ambulantes. Sectores y organizaciones adherentes al partido en el poder, también participaban en la formación de las grandes vallas. Nada era espontaneo, ni las loas, ni las flores que alfombraban las calles y avenidas para beneplácito de la corte virreinal. Los organizadores preparaban a madres con niños en los brazos, los elevaran al paso del presidente. Nada era casual, todo era armado y ensayado. Matracas, silbatos, confeti, todo para la fiesta.
La salutación conocida como el besamanos, se prolongaba por horas. Las filas bien pudieron haberle dado vuelta al Palacio Nacional. La televisión, en “cadena nacional”, captaba los detalles del evento para que el mundo los conociera.
Carlos Salinas de Gortari fue el último presidente que utilizó en sus informes toda esa parafernalia de la política de profundas raíces mexicanas.
El reciente informe de Enrique Peña Nieto tuvo como escenario el Palacio Nacional, sin la comilona tradicional ni el besamanos acostumbrado. No hubo movilizaciones que en nada apoyan a este tipo de eventos, solo obstruyen y entorpecen la tan complicada vialidad de la gran metrópoli.
El presidente entró a Palacio Nacional satisfecho por haber alcanzado lo que muchos presidentes de México hubiesen querido alcanzar: las reformas. Claro, hay que señalar que aun no se ha visto el beneficio directo de algunas de ellas, aunque de parte del presidente Peña existe la confianza, y así lo expresa, que el beneficio en el mediano plazo llegará a los mexicanos.
Sin embargo, hubo un anuncio que todos entendieron de manera muy clara: la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, al parecer en los mismos terrenos donde se escenificaron aquellos enfrentamientos de los habitantes de Atenco con la policía que infructuosamente trataba de meter orden a la inconformidad por la construcción del nuevo aeropuerto en ese lugar. Contrario a lo que en aquella ocasión ocurrió, cuando los de Atenco blandían los machetes al aire en clara señal de defender sus tierras hasta con su propia vida, ahora pareciera que el cabildeo con los ejidatarios y los poseedores de esas tierras, se realizó con mejores técnicas de convencimiento, más depuradas que las que pretendió aplicar el presidente Fox.
El anuncio que por la seriedad con la que se hizo, y por la ausencia de manifestaciones de rechazo de los habitantes de las tierras que albergarán a la monumental obra, pareciera que será realizable. Es razonable pensar en el beneficio directo por la mano de obra que se requerirá para la construcción, en el plazo inmediato, como en el incremento en los movimientos de personas y carga en general por las maniobras de despegue y aterrizaje que ofrecerán las seis pistas con las que contará las nuevas instalaciones. De acuerdo al proyecto, también se está considerando procedimientos más ágiles y modernos en la documentación y abordaje de los pasajeros.
Por cierto, las críticas que se han escuchado no van a la realización de la obra, sino más bien hacia los terrenos donde se asentará el aeropuerto. Dicen que habrá problemas por las características lacustres del suelo que sustentará a la edificación.
Lo que es indiscutible, es que el anuncio de la construcción del aeropuerto de la Ciudad de México y el anuncio de la cristalización de las reformas, una de las principales apuestas de su gobierno, obliga al propio presidente Peña Nieto a que en el próximo informe haya anuncios que al menos se equiparen en importancia lo que en esta ocasión informó a los mexicanos.
Una pregunta que se repite con cierta frecuencia cuando se habla de crecimiento social, económico o político, es: ¿dónde estamos parados? ¿Qué tenemos que hacer para engrandecer a México? La realidad es que seguimos sin encontrarnos a nosotros mismos. Aunque parezca paradójico, las abundantes riquezas naturales con que aún cuenta México, han sido una de las causas que no hayamos desplegado nuestra inventiva y esfuerzo como ha ocurrido con pobladores de otros lugares del mundo.
Lo anterior se puede apreciar en el siguiente ejemplo. En las zonas más áridas de nuestro país, donde la tierra por sí sola no tiene mucho que ofrecer, los pobladores las han hecho florecer con tecnologías o, incluso, con hábitos que se heredan de padres a hijos. El norte del país, donde la aridez es común, el esfuerzo por salir adelante es mayor.
Quienes conocen la historia de los Menonitas saben de lo que es capaz una sociedad organizada, con principios bien delineados y con mística de trabajo. Los Menonitas, un grupo religioso y étnico que tuvo su origen en 1525 en Zúrich, Suiza, cuya doctrina se basa en la Biblia como la palabra de Dios; en 1922 el gobierno de Álvaro Obregón les permitió que tres mil de ellos se instalaran en la parte más árida de Chihuahua; tierras que por su improductividad nadie reclamaba como suyas. Aparte que así se evitaron manifestaciones de inconformidad porque extranjeros se hicieran dueños de tierras mexicanas.
Con voluntad guerrera, los Menonitas enfrentaron exitosamente las condiciones adversas de su entorno natural. Trabajaron con disciplina y acuerdos solidarios al interior del no tan reducido grupo. Su filosofía en el modo de vida tenía varios ingredientes como, por ejemplo: no usar vehículos de motor, nada de aparatos eléctricos ni distractores propios de las sociedades modernas que torcieran la línea de progreso que se habían trazado. El progreso les llegó y ya llevan muchos años con el modelo original. Bueno, han hecho algunos cambios.
Al poco tiempo la aridez se transformó en verdor. Se convirtieron en importantes productores agrícolas.
La explicación pudiera ser simple: las carencias a las que se enfrenta una sociedad obligan a sus integrantes a desarrollar mejores inventivas; su imaginación y esfuerzo se convierten en sólidos detonantes para el desarrollo. En contraparte, no hay que pensar demasiado para saber qué es lo que pasa en las regiones donde la naturaleza es pródiga, con caudalosos ríos, nutridos arroyos y abundante flora. Estos lugares, en los que conseguir el alimento diario es una tarea relativamente sencilla, la pobreza es significativa. Paradójico, pero cierto.
Debido a lo anterior, el detonante para catapultar a una sociedad a su crecimiento no es solamente copiar lo que están haciendo las sociedades más adelantadas del planeta. En nada nos ha ayudado enviar a personal a ver el modelo japonés, israelita o chino. Lo que puedan observar no es suficiente. Lo que no se ve a simple vista es el compromiso social que en estos lugares existe.
La gente se involucra de tal manera en las tareas propias de una comunidad, que forman binomios con sus gobiernos derivando en mejor aprovechamiento de los recursos públicos. En la mayoría de los pueblos más desarrollados del mundo existen planeamientos a largo plazo. El mensaje es la responsabilidad mutua.
Por lo pronto, cuando el gobierno o las universidades manden a sus delegaciones a copiar qué hacen en otros lugares considerados como modelo de desarrollo, que estudien primero las convicciones de la gente, qué piensan, cuáles son sus ideales, principios morales y religiosos; y, fundamentalmente, sus objetivos.